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sábado, 14 de abril de 2007

La sociología de la religión. Max Weber.

Se consideran cinco las religiones mundiales o sistemas religiosamente determinados de ordenamiento de la vida las que han logrado captar multitudes de fieles que son el cristianismo, budismo confucionismo, hinduista, islámica y una sexta religión que es el judaísmo.

Señala que la ética económica de una religión, curioseando las tendencias practicas a la acción en que se basan, en el nivel psicológico y pragmático de las religiones, pero, señala que la religión nunca determina un modo exclusivo una ética económica. El propio estilo de vida religiosamente condicionado esta profundamente afectado por los factores económicos y políticos que afectan en el interior de determinados limites geografitos, políticos, sociales y nacionales. Se analiza las condiciones históricas previas que son fundamentales para la inteligibilidad del cristianismo y el Islamismo, ya que tienen una significación histórica independiente en la evolución de la moderna ética económica de occidente.

Confucionismo fue la ética de un status de prebendarios, individuos que poseían educación literaria y que se distinguían por un racionalismo secular. El antiguo hinduismo surge de una casta hereditaria de literatos, que no tenían oficio eran directores espirituales y ritualistas de individuos y comunidades, únicamente los brahmanes educados en el Veda formaban el grupo de status religioso enteramente aceptado. El budismo se difunde a través de los monjes mendicantes que se sustraían del mundo llevando una vida nómada. El islamismo en sus comienzos fue una religión de guerreros y solo carecían el ascetismo sexual de sus homólogos cristianos. El judaísmo a partir del éxodo devino la religión de un pueblo paria, en la edad media se somete a la formación de un estrato de intelectuales con una formación literaria y ritualista. El cristianismo comenzó como una doctrina de jornaleros artesanos ambulantes fue una religión en sus principios particularmente urbana y cívica.

A partir de la ética religiosa se puede inferir una situación de clase, general y abstracta, en base a la teoría del resentimiento famosa desde los ensayos de Nietzche y estudiada por los sicólogos, podemos encontrar la teoría del resentimiento que interpreta la exaltación moral de la calidad de la fraternidad es la expresión de una rebelión moral esclavista realizada por quienes están en una situación de desventaja social, sea en razón de sus capacidades materiales, o de las oportunidades fijadas por el destino, por consiguiente la moral del deber es vista como un producto del sentimiento reprimido de venganza por los hombres automatizados ya que se encuentran impotentes y condenados a trabajar para obtener dinero. Otra teoría es la del sufrimiento como signo de una antipatía ante los dioses y como señal de culpa secreta. La persona feliz no se conforma con serlo sino que quiere convencerse de que merece su felicidad y fundamentalmente que la merece ante los demás (una felicidad legítima) pero además en esta teoría del sufrimiento se da la santificación a través de penitencias, dándole prestigio ya que se tiene la idea que determinado estado de sufrimiento produce poderes sobre humanos.

El culto primitivo, y fundamentalmente el culto de las comunidades políticas, no se ligaba a intereses particulares sino a intereses ligados con la colectividad, solo cuando el individuo quería eludir sus propios males recurría al hechicero, consejo espiritual quienes ofrecían además de quitar estos males la felicidad, fortuna suerte, por lo cual se desarrolla una casta hereditaria en donde estas organización decidían quienes tenían el don de comunicarse con los dioses, luego devinieron a profetas o emisarios del dios, surgiendo así organizaciones religiosas colectivas ocupadas en el sufrimiento individual por si mismo y en la salvación que es esta esperanza de salvación la que ha dado lugar a alguna modalidad del sufrimiento.

En el texto se señala también, que el pecado se presento como causa fundamental de toda clase de desdicha, en general los oprimidos o los que se veían acosados por la miseria, tenían la necesidad de un redentor y un profeta; los privilegios o propietarios, las clases dirigentes no experimentaban esa necesidad. Siempre es posible interpretar el padecimiento y la injusticia remitiendo a pecados individuales cometidos en una vida anterior, a las culpas de los antecesores, pagadas hasta la tercera y cuarta generación. O promesas de compensación en el futuro de este mundo o en el más allá.

Por decisivas que sean las influencias sociales económicas y políticas sobre una ética religiosa, esta adquiere esencia, ente su peculiaridad a partir de fuentes religiosas y, primordialmente, del sentido de su anunciación y su promesa. A menudo que una determinada religión ejerza, una vez instaurada una influencia profunda sobre el estilo de vida de estratos muy heterogéneos.

La desconfianza ante la riqueza y el poder se encuentran por lo general en lasa religiones de salvación, los estratos dominantes han resultado ser menos devotos. Los profetas y los sacerdotes se han servido del resentimiento de las masas, donde las dos supremas concepciones de las sublimadas doctrinas religiosas de salvación son la resurrección y la redención; donde la primera implicaba el logro de una nueva alma mediante un acto orgiástico o mediante un ascetismo metódicamente planificado. El profeta es un "puro portador personal de carisma, cuya misión anuncia una doctrina religiosa o un mandato divino". Puede ser de dos tipos, ya sea "fundador" de una nueva religión, o sea "renovador" de una ya existente. Hay que distinguirlo tanto del sacerdote como del mago. Del primero se diferencia en: 1) que el profeta lo es en virtud de una revelación personal, a diferencia del sacerdote que esta al servicio de una tradición santa y; 2) que el profeta actúa gracias a su don personal, el carisma, mientras que el sacerdote distribuye bienes gracias a su cargo. En cuanto a la distinción con el mago, el profeta no recibe honorarios por su labor, mientras que el mago ejerce su labor profesionalmente.

Los profetas no reciben su misión por encargo de los hombres, sino que la usurpan gracias a una revelación divina. Se entiende que falta el profeta donde no hay anuncio de verdad religiosa de salvación en virtud de una revelación personal.

La gran necesidad de dioses, se da en sociedades en las cuales la agrupación aparece como una unión, no con un dominador, teniendo la necesidad de un dios particular, un dios exclusivo. De esta manera, la victoria en una guerra se entiende como la victoria del dios propio, más fuerte. Esto no conduce necesariamente a un monoteísmo, ya que donde exista un dios local la primacía estará en sus manos. Las divinidades creadoras no juegan un gran papel en la religiosidad cotidiana. La asociación estará protegida por su dios. También puede ocurrir que el dios que domina el panteón no sea universal, pero se halla en camino de serlo, es un proceso de universalización. Aun así, solo son monoteístas estrictas el Islam y el Judaísmo. De esta forma, frente al monoteísmo religioso, el dios local es accesible, se puede obtener su influencia mágica. Además, un dios menos poderoso puede ser forzado por alguien con carisma, es la coerción divina.

Max Weber distingue entre dioses, que son aquellos a los que se les hace súplica, sacrificio y admiración, formando parte de una religión y practicándosele culto; y demonios, frente a los cuales se hace la coerción mágica. Sin embargo, esta separación no se realiza en ninguna religión de forma tajante, ya que muchos rituales religiosos contienen elementos mágicos. Las religiones poco avanzadas practican la "suplica" que es una forma racional comercial de religión, una especie de cuenta. Si el dios es poderoso, en cambio, se puede negar. El contenido de la plegaria será de alejamiento de los males y de ventajas terrenales. De esta forma tiene un doble carácter, una relación con lo divino, y un racionalismo practico.

La creación de un "sacerdocio" como algo distinto de los "magos" constituye el lado sociológico de la separación entre religión y magia. Podemos distinguir entre sacerdote fijándonos en una serie de puntos primordiales:

El sacerdote adora dioses, y el mago ejerce coerción sobre los demonios; El sacerdote pertenece a una asociación, mientras que el mago ejerce su profesión libremente; El sacerdote es un profesional de la religión, mientras que el mago, al igual que el profeta, posee dones personales, carisma. A los magos les falta un culto continuo y una racionalización de las concepciones metafísicas y una ética religiosa. Tanto a los sacerdotes como a los magos se les exige resultados. Sin embargo, el fracaso de los primeros puede siempre achacarse al dios. En cualquier caso ambos perderán su prestigio si fracasan. El sacerdote también puede responsabilizar a los adoradores, que no habrían honrado a su dios. Aun así, si el dios no actúa pierde su prestigio y se desvía su adoración hacia otro más fuerte.

Weber describe que "Los dioses y demonios antropomorfizados solo relativamente, al menos al principio, tienen una superioridad cualitativa sobre los hombres. Sus pasiones son sin medida, como las de los hombres fuertes, y desmesurado su afán de goce. Pero no son omniscientes ni todopoderosos ni tampoco necesariamente eternos". El dios ético debe sujetarse a un orden o crearlo el mismo, en el primer caso el poder puede ser de diversos géneros, pero en general el dios se atendrá a este sin poder modificarlo; mientras que en el segundo se presupone que el dios garantizará contra la infracción del orden por él creado. Entre los dioses éticos se encuentran "el dios funcional especializado en la declaración del derecho, y el dios que dispone del oráculo". Esto da lugar al nacimiento de una ética religiosa: los mandamientos religiosos son un medio para asegurarse la buena voluntad del dios. De esta forma, tenemos una ética religiosa que obliga a no transgredir las normas, ya que en caso contrario se produciría un sacrilegio. "Las manipulaciones mágicas de hombres poseedores del carisma pueden proporcionar a otras personas u objetos la calidad de tabú: su contacto produciría un mal encantamiento". Así, los tabúes protegen intereses económicos y sociales, poniéndose la religión al servicio de estos intereses. Un tabú importante es la prohibición de alimentos, ya que la comensalidad implica grupos homogéneos.

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