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domingo, 22 de abril de 2007

¿Podremos vivir juntos? de Alain Touraine.


A partir de la reflexión sobre sujeto como afirmación de libertad contra el poder de los estrategas y los aparatos. Tendremos que reconstruir una concepción de la vida social centrada en el valor de las instituciones.


En la actualidad, se habla de globalización o exclusión, de la capacidad de comunicación, de concentración de capital y formas de consumo. Pareciera que hay ingobernabilidad, la sociedad esta reemplazada y se encontraba organizada por escalas sociales de tipo vertical (clasificación, ingresos educación, autoridad) hoy se encuentra organizada por escala horizontal (por estar en el centro o en la periferia, adentro o afuera, en la luz o en la sombra).


El individuo universalista se convirtió en el fundamento del orden político, orden de la libertad, único capas de gobernar el orden social, que siempre esta dominado por el interés privado, las tradiciones, los privilegios y el irracionalismo. Pero es este el imperio de lo político el que fue destruido por la autonomía creciente de los hechos económicos que se liberaron de su marco social. El periodo de reconstrucción nacional a partir de la segunda guerra mundial, fue seguido por la globalización económica la aparición de muchos países industriales y las revoluciones tecnológicas; esto ignóra, la diversidad de las culturas y el aislamiento de las comunidades que afirman su identidad en la exclusión del otro.


En el conflicto central de los movimientos sociales, el autor opina que el conflicto central de nuestra sociedad es el que libra un sujeto en lucha por un lado, contra el triunfo del mercado y las técnicas y, por otro, contra unos poderes comunitarios autoritarios. Este conflicto cultural es central para el autor hoy en día como lo fueron el conflicto económico de la sociedad industrial y el conflicto político que dominó los primeros siglos de nuestra modernidad.


La aparición de la sociedad industrial reemplazo al ciudadano por el actor económico y por las clases antagónicas. A partir de allí desapareció todo principio de integración de la ciencia y la conciencia, y la sociedad industrial se presentó ante los mejores pensadores como dominada por la lucha de clases. Los elementos globalizados -bienes de consumo, medios de comunicación, tecnología etc.- están separados de la organización social particular, y no están vinculados a ninguna cultura o sociedad. La desocializacion de la cultura de masas, de la sociedad enfrentándose el mundo ante una antisocializacion y solo vivimos juntos por los mismos gestos o porque ocupamos los mismos objetos pero sin que exista una comunicación mas allá del intercambio de los signos de la modernidad. Vemos como se rehacen los conjuntos políticos, territoriales, sociales y culturales que llamábamos civilizaciones o simplemente países. Cuando estamos juntos, no tenemos casi nada en común, y cuando compartimos creencias y una historia rechazamos a quienes son diferentes.


La noción de movimiento social sólo es útil si permite poner en evidencia la existencia de un tipo muy específico de acción colectiva, aquel por el cuál una categoría social, siempre particular, pone en cuestión una forma de dominación social, a la ves particular y general e invoca contra ella valores, orientaciones generales de la sociedad que comparte con su adversario para privarlo de tal modo de legitimidad.


Vivimos juntos al perder nuestra identidad y a la inversa; el retorno de las comunidades trae consigo el llamado a la homogeneidad, a la pureza la unidad. La comunicación es desplazada por la raza y la religión ya que existe una guerra de razas y creencias. El mundo se encuentra dividido en dos continentes cada vez mas alejados entre sí, el de la globalización y el de las sociedades. La idea clásica de laicismo separaba y combinaba el espacio publico que debería estar regio por la ley del padre la razón y el espacio privado en que podía mantenerse la autoridad de la madre, la tradición y las ciencias mas sin en cambio la cultura de masas penetra en el espacio privado, ocupa una gran parte como reacción, refuerza la voluntad política y social de defender una identidad cultural, lo que conduce a la recomunitarización. La desocializacion de la cultura de masas nos sumerge en la globalización pero también emerge de la globalización llevándonos a defender nuestra identidad, pero ¿Cómo defendemos nuestra identidad? La respuesta es apoyándonos en grupos primarios (colonia, barrios comunidad, la sexualidad, lazos de identidad). Pero nos pone en un dilema: o bien reconocemos una plena independencia de las minorías y las comunidades y nos contentamos con respetar las reglas del juego, los procedimientos que aseguran la coexistencia pacifica de los intereses, las opiniones y las creencias, pero renunciamos entonces, al mismo tiempo a la comunicación entre nosotros, puesto que ya no nos reconocemos nada en común salvo no prohibir la libertad de los otros y participar en actividades puramente instrumentales. O bien creemos valores en común, mas bien morales, políticos y nos vemos obligados a rechazar a quienes no los comparten, sobre todo si les atribuimos un valor universal. O bien vivimos juntos sin comunicarnos de otra manera que impersonalmente, por señales técnicas. O bien solo nos comunicamos dentro de comunidades tanto mas sobre si mismas por sentirse amenazadas por una cultura de masas que les parece ajena a su propia construcción.


La explosión de las actividades económicas quebró los controles sociales y culturales que los regulan, la política y la gestión publica se desintegro al igual que el yo individual y hoy, gobernar un país, consiste, en que su administración publica y economía social, sean compatibles con las exigencias del sistema económico mundial, en tanto las normas sociales se debilitan y las instituciones se vuelven más modestas por lo que ¿Cómo podría hablarse de ciudadanía y democracia representativa cuando los representantes electos miran hacia el mercado mundial y los electores hacia su vida privada? Los medios ocupan un lugar creciente en nuestra vida la televisión conquisto una posición central ya que es la que pone más directamente en relación la vivencia más privada con la relación global, relación directa que elimina las relaciones entre el individuo y la humanidad y, al descontextualizar los mensajes, corre el riesgo de participar mas activamente en el movimiento general de desocialización. Una parte de nosotros mismos se baña en la cultura mundial, mientras que otra privada de un espacio publico en el que se formen y apliquen las normas sociales, se encierra ya sea en el hedonismo, ya en la búsqueda de pertenencias inmediatamente vividas. Vivimos juntos pero a la vez fusionados y separados y cada vez menos capaces de comunicación. Antes para definir a una sociedad lo hacíamos con relación a sus conflictos, métodos de negociación; se hablaba de dominación, explotación, de reforma o revolución, como extremos prioritarios de actuaciones a implementar.


Sin embargo, si se reviven los modelos del pasado como son; la autonomía, la libertad de las pueblos indígenas, sin acelerar la destrucción del pasado y aceptar la vida de hoy (dejase seducir por la post modernidad), adoptar la vía inglesa (vivir juntos y seguir siendo al mismo tiempo diferentes a través de un código de conducta), democracia procedimental (la tercera vía; no inclinarse ni por el capitalismo ni el socialismo, seguir una línea paralela sin destruir ninguno, organizando al representación de intereses, el debate público, tolerancia, patriotismo (tener una garantía de ser parte de una sociedad que respeta la tolerancia).


Pero en la sociedad de hoy reina el poder y no del príncipe, sino del estratega del hombre que administra territorios y del que conquista mercados, por lo que la lucha, queda solo en el individuo como actor que es el sujeto significando la afirmación de la libertad contra el poder de los estrategas y sus aparatos, la apelación al sujeto (la organización) es la única fuente de oposición; el individuo se transforma en sujeto a través del reconocimiento de otro a través de la comunicación usando la educaron como herramienta para transformar al individuo en sujeto. El recurso contra la modernización no es la nostalgia del orden social o comunitario desaparecido, es la aceptación de la ruptura de la antigua síntesis que era el homo politicus y la búsqueda de una nueva construcción de la modernidad.


El autor señala que combinar un conflicto propiamente social con un proyecto cultural, siempre se define por referencia a un sujeto. Quien participa en un movimiento social quiere poner fin a la intolerancia interviniendo en una acción colectiva, pero mantienen también una distancia nunca abolida entre la convicción y la acción, una reserva inagotable de protesta y esperanza, la acción de un movimiento social siempre es inconclusa, el compromiso y el descompromiso de lucha contra las amenazas exteriores y llamamiento a la unidad del individuo como actor, es lo que define una acción colectiva librada en nombre del sujeto.


Las tres épocas de modernidad señaladas por el autor, son descritas como: la primera es la integración social por la Ley y la educación, la racionalización del mundo y del individuo moral debían ponerse una junto a la otra. La razón debía regir tanto los programas educacionales como las leyes y el progreso de los conocimientos. La segunda señala que las fuerzas centrífugas, creadoras de riqueza y miseria, innovación y explotación se impusieron a partir del siglo XIX. Fue entonces cuando se inicio la disociación de la economía internacional y el Estado nacional, que rompió el modelo de la sociedad nacional que unía el universo de la racionalidad instrumental y el de las identidades culturales. Y el tercero fue que en el último cuarto de siglo se atestiguó la ruptura de esta unión voluntarista de la industrialización y la nación. Las crisis petrolíferas de los años setenta pusieron fin a la apariencia del orden mundial en la cual se habían situado las políticas de desarrollo nacional, avanzamos, rodando cabeza abajo más que corriendo hacia la vieja, hacia la completa separación y oposición de un mercado mundializado, globalizado, y nacionalismo que defienden una identidad amenazada o movilizan los recursos materiales y culturales de un país para introducirlo automáticamente en la competencia internacional.

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